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Mostrando entradas de julio, 2012

Una ensalada griega

En casa, yo preparaba la ensalada griega (que lleva queso, tomate, pepino, cebolla morada y aceitunas negras) con rodajas muy finas de pepino. Hace poco tuve la dicha de pasar unas vacaciones en Grecia, con un grupo de gente interesada en la historia, la cultura y también en la comida de ese país. Allí pude disfrutar de esta deliciosa ensalada. A diferencia de lo que yo hacía, los griegos cortan el pepino en trozos y no en rodajas finas. Esto cambia mucho su textura y humedad, e incluso su sabor. La convierte en una ensalada "crocante" y más sabrosa, con más cuerpo. Nunca hubiera imaginado que la forma de cortar una hortaliza pudiera producir tanta diferencia al paladar.  Esta experiencia me recordó que, a veces, una pequeña diferencia puede llevar a un gran cambio. En los lugares en donde comimos, servían tres o cuatro aceitunas por porción. Algunos de mis compañeros de viaje hacían bromas porque decían que en el país de los olivos "se escatiman las aceitunas&q

Exigencias de viaje

El espíritu de Aloha, propio del Huna de la Polinesia, propicia el agradecimiento, la valoración, la colaboración, el respeto y el cuidado en la relación con uno mismo, los demás, el medio ambiente y las circunstancias. Una partida La madre la acompañó al Aeropuerto de Ezeiza. Había contratado el seguro de viaje de su hija, trasladado la gatita a su casa para cuidarla durante su ausencia, combinado día y hora con el plomero para reparar el caño de la cocina de su hija, y algunas cosas más.  Como tenía un compromiso esa mañana, sólo podía ir con ella hasta la puerta de la terminal, pero no esperar a que embarcara. Se despidieron con premura y calidez. La madre le indicó al chófer la dirección donde debía ir. Llegarían a tiempo. Unos minutos después, escucha su celular: - "mamá, tenés que volver YA! -entre enojada y desesperada- te llamé diez veces ! qué pasa que no me atendías??? - ¿¿¿Qué pasó??? -pregunta la madre. - El avión no sale de Ezeiza, sale de Aeropa

Piedrita marina

Hace poco caminé por una playa en la que había diversos cúmulos de piedritas marinas desparramados en la arena. Como estas piedras me gustan mucho, me quedé allí un largo rato, contemplándolas, tocándolas, admirándolas y pensando que podría llevar alguna, como recuerdo de ese lugar. Seleccioné algunas y las llevaba en mis manos, cuando de pronto sentí que no, que esas piedritas no eran para mi, que debía dejarlas y las solté. Esa noche tuve un sueño muy especial, en donde hacía algo que podría haber sido complicado y doloroso, con facilidad, placer y tranquilidad. Me pareció un sueño significativo, porque suelo poner más energía y esfuerzo del necesario en algunas cosas. Sentí que el sueño traía el deseo y la experiencia de una nueva etapa, en la que podría regular mejor el esfuerzo al hacer las cosas. Tomé consciencia de este deseo y lo convertí en una intención. A la mañana siguiente volví a la playa. Ya no pensaba en llevar una piedrita. Pero a los pocos pasos,