A cuatro voces
Estaban todas: Consinganas, Tenesquehacer, Aynopuedo y Quieroevolucionar. Consinganas comenzó su monólogo matutino: ¡¡uy!! ¡¡Levantarme!! Me quedaría todo el día en la cama si no fuera porque me aburro terriblemente. Ni bien escuchó la voz de Consinganas, Tenesquehacer se puso en guardia y cuando Consinganas se tomó unos minutos para suspirar, arremetió con su discurso (que sonaba como un agudo cacareo): te tenés que levantar ya , ir a gimnasia, luego a trabajar y luego al curso, sin olvidarte de todo lo que no tenés que hacer, como cometer errores, dilatar las cosas, pensar negativamente y todas esas cuestiones de las que ya te hablé una y mil veces. Aynopuedo se despabiló y con su vocecita lánguida intentó hacerse oir. Le dijo a Consinganas que la comprendía, que casi siempre se sentía como ella y que Tenesquehacer la abrumaba y paralizaba. Consinganas se sintió reconfortada, pero al mismo tiempo algo contrariada. Ella no quería parecerse a Aynopuedo, que vivía siempre lamentándose ...