Acerca de la misión del alma
Edgar Cayce, el psíquico norteamericano más prominente del siglo XX, se sintió reticente a asumir su misión. Le llevó varios años reconocerse como psíquico y solo se aceptó cuando comprobó la veracidad de sus lecturas psíquicas y cómo ellas beneficiaban a los demás. El ejemplo de Cayce muestra algo muy habitual: la misión del alma se despliega a través de la vida y no suele ser clara desde el comienzo. Algunos buscadores espirituales esperan que su misión les sea revelada con precisión al inicio de su búsqueda. Creen que una vez conocida, las circunstancias les serán propicias y que, si están alineados con la misión, el éxito y las habilidades necesarias se manifestarán con facilidad. Nada más alejado de lo que podemos observar en la vida. La misión –como hemos dicho– no siempre resulta clara, las circunstancias no siempre son propicias, el éxito puede pasar desapercibido y las habilidades necesarias para cumplirla no siempre fluyen con naturalidad. Para sostener lo afirmad