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Mostrando entradas de agosto, 2020

Abrir la puerta

La brasa estaba lista para el asado. Dani fue a buscar la carne a la heladera. Tiró de la manija y se quedó con casi todo el mango en la mano. Sólo permaneció un muñón de unos pocos centímetros de largo.  Con cara de pena enojosa vino a anunciarnos lo sucedido. Era tarde y teníamos hambre. Estábamos de vacaciones familiares en Costa del Este, con una pareja amiga que había venido a pasar el fin de semana al bungalow que alquilábamos. El día anterior habíamos llenado la heladera. Cuando Jorge, mi marido de entonces, escuchó lo sucedido se impulsó cual bala a la cocina. Tomó el repasador, envolvió la parte del picaporte que aún quedaba y empezó a forcejear. Unos minutos después regresó al comedor puteando. -     -           No hay caso ¡No se puede abrir! –exclamó- ¡No puedo estar ni un solo día tranquilo, sin problemas! Desde hacía meses ansiaba descansar en la playa y liberar todo el estrés acumulado.   No sabíamos qué hacer. Llamamos al dueño de la casa y no pudimos comunicarnos