Ejercicios varios
Hace unos días, después de un largo período de practicar yoga en casa, comencé a ir al gimnasio El primer ejercicio de mi nueva rutina consiste en una caminata de quince minutos en la cinta. Hoy llegué, regulé la velocidad del aparato en cuestión y empecé a caminar. Tal como había hecho los días previos, apoyé las manos sobre la barra delantera para sostenerme. Minutos después sentí una difusa incomodidad. Sin pensarlo, giré la vista hacia la izquierda. Vi que la caminante de al lado balanceaba rítmicamente sus brazos al andar (no los tenía sobre el soporte como yo). Ese balanceo me pareció más natural y decidí imitarla, aunque no me salió igual. Al mover los brazos mi cuerpo comenzó a balancearse también y perdí estabilidad. Me sentí insegura. “A mi edad, no vale la pena correr estos riesgos”, pensé. De manera que volví a tomarme del sostén delantero. Mientras seguía caminando surgieron varias preguntas: ¿será beneficioso caminar sin mover los brazos? ¿Al sostenerme tensiono los hombr