Ecología de la paz

Decía Krishnamurti que si queremos Paz en el mundo debemos comenzar por nosotros mismos. Lo podemos hacer extensivo a nuestras relaciones.

Aquí un breve relato de lo que ocurrió una tarde con un matrimonio, él ecologista, ella empleada de la justicia:

Llovía y la película empezaba en cuarenta minutos. Hacía alrededor de seis meses que por distintos motivos no habían podido ir al cine. Ya habían dejado a dos de sus hijos con la abuela. Ahora restaba ubicar al pequeño en lo de un amiguito. El papá lo acomodó en el asiento trasero del auto y antes de partir, su mujer le dijo: "por favor, cargá nafta en el camino, que el tanque está vacío". El hizo un gesto con la cabeza y se fue.
Diez minutos después, pasó a buscarla, tocó bocina y ella subió rápidamente al auto. Mientras se acomodaba en su asiento miró, en un acto reflejo, la aguja del medidor y vió que estaba exactamente en el mismo punto que antes:  "vacío".
- No cargaste nafta !? - dijo ella
- No, no hace falta. Marca vacío pero siempre quedan algunos litros, alcanza - respondió él con tono de superioridad
- Me parece mejor cargar ahora, antes de salir a la autopista - siguió ella
- Te digo que no es necesario - insistió él fastidiado
Minutos más tarde, ya en la autopista, el auto exhala un último suspiro y se para. Ella contiene tanto su respiración como su rabia, mientras él dice: "¡¡¡Como somos nosotros!!! ¿no?"
- Cómo 'como somos NOSOTROS' ¡¡¡cómo sos VOS !!! TE DIJE que cargaras nafta - responde ella
- Bueno, no es para tanto, sos una exagerada. Esperame acá que yo voy a la estación de servicio a buscar nafta - dice él
- No, no me quedo acá sola en el auto. Es peligroso, voy con vos
- Vos y tus miedos!!! No pasa nada. Quedate que llueve
- Vos hacé lo que quieras, yo prefiero mojarme a que me asalten - dijo ella enfática, bajándose del auto.
Caminaron por la autopista un trecho corto, subieron una pequeña loma y al descenderla vieron a un auto policial estacionado en la banquina. Ella respiró aliviada y dijo: "vamos a avisarles que dejamos el auto más atrás". "Para qué? No seas ridícula. Sigamos" - contestó él.
La mujer de todas maneras se acercó al policía y le contó lo sucedido. El agente indicó: "no se preocupen, regresen a su auto que yo llamaré a la grúa de la autopista, para que los remolque a la estación de servicio".
Así, regresaron a su auto y no habían pasado más de cinco minutos cuando ella ve a la distancia, en el descampado, a un grupo de gente caminando hacia la ruta.
- Me parece que tendríamos que bajar y avisar a la policía. Esa gente parece peligrosa - dijo ella
- No, qué va! qué miedosa sos ! - dijo él
- Mirá, son muchachos y llevan capucha - agrega ella
- Será porque llueve - sostiene él
- No escuchás las noticias? de todos los asaltos que hay en esta zona? BAJÁ YA !!
- Qué loca que te ponés ! - dice el ecologista
Ella baja del vehículo y mientras camina por la autopista ve llegar a la grúa, escoltada por el patrullero. Los muchachos ya estaban a menos de cien metros. La grúa estaciona y un policía se ubica, para dar protección, en un punto bien visible.  Segundos después los muchachos dan la vuelta y se dispersan.
- Viste que tenía razón? Que venían a asaltarnos! Si no, ¿porqué se fueron cuando vieron a la policía? - dice la esposa, esperando que finalmente él le de la razón
- mmm... por qué no vamos a tomar algo y nos calmamos, ya que no llegamos al cine - recibe ella como única respuesta.

Si esta pareja quisiera llegar al cine la próxima vez, necesitaría aprender a resolver sus conflictos. Tarea nada sencilla. Para ello, una posibilidad sería que el ecologista dejara de descalificar y manipular y la empleada de justicia buscara la forma de no transitar ciertas situaciones o dejara de darle espacio a sus descalificaciones.

Cuando ejercemos un poder real, que no es "poder sobre" otros, sino "poder para" actuar, expresar, elegir, y nos respetamos a nosotros mismos y a los demás, transitamos el camino cotidiano de la paz. 
Eugenia Lerner 



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