¿Una simple pregunta?

©Eugenia Lerner

Hay un tipo de preguntas que contienen puntos de vista, sugerencias y opiniones en su formulación. Sostienen de manera explícita o implícita, la perspectiva de quien pregunta: cómo ve una situación determinada, cómo define algún problema, qué tipo de solución propone, etc. Este tipo de preguntas se emplean frecuentemente en la comunicación, pero no siempre nos damos cuenta de todo lo que transmitimos cuando las realizamos.  
Una paciente, que es abuela, me contó que su hijo reaccionó mal ante una simple pregunta que ella le hizo. El hijo le comentó que al día siguiente pasaría el día en casa de su ex esposa, para estar junto a su hijita, que se sentía mal. Como en ocasiones previas le había contado que la pasaba mal en casa de su ex, ella le preguntó: “¿y pensás que vas a sentirte bien en su casa?”. El hijo se enojó y la abuela quedó dolida y desconcertada, porque sólo había querido ayudarlo.

Como todos sabemos, no siempre recibimos la respuesta esperada. La comunicación es un fenómeno complejo; muchas veces no hay concordancia entre la intención del que habla, el contenido de lo que dice, cómo le llega al otro y el sentido que le da. No pretendo abarcar aquí toda esta complejidad; sólo quiero señalar que las reacciones y respuestas que obtenemos no sólo provienen del contenido explícito de las preguntas, sino también de todo lo que en ellas está implicado.
En el ejemplo anterior, la señora tenía la intención de ayudar, pero el hijo (a juzgar por su reacción) parece que no se sintió ayudado, al menos en ese momento. A través de su pregunta, ella quiso recordarle que no la pasaba bien en casa de su ex. Si bien no podemos saber qué fue lo que lo enojó, podemos imaginar algunas posibilidades, a partir de los supuestos que subyacen en la pregunta antes mencionada.

Como la lectura o el sentido de los subtextos depende de nuestra subjetividad, cada persona los define de acuerdo con su propia comprensión. Si bien no es posible eliminar los implícitos (ni los subtextos) de la comunicación, ni predecir cómo nuestro interlocutor los recibirá, podemos percatarnos más o menos de su existencia y a partir de allí desarrollar el arte de preguntar.
Me gustaría dar una idea de los supuestos e implícitos que a mi criterio se desprenden de esta simple pregunta. Teniendo en cuenta el contexto en la que fue formulada, podemos notar los siguientes supuestos:

  •   El hijo esperaba ser ayudado en esta situación o necesitaba que la madre le diera su opinión (quizás sólo quería informarle algo o ser escuchado)
  •   El hijo no se acordaba de cómo se sintió en otros momentos en casa de su ex
  •   El hijo no había evaluado o pensado cómo se sentiría antes de tomar la decisión
  •   Si uno se sintió mal en el pasado probablemente se sienta mal en el presente en una situación similar
  •   El hijo no cambió, no buscó formas de sentirse mejor
  •   El hijo no es capaz de pasar un mal rato, cuando la situación lo requiere, por el bienestar de su hija.
  •   Sería conveniente que revise su decisión aún cuando ya decidió
  •   Sería bueno que evite sentirse mal en lugar de ver cómo podría hacer para sentirse algo mejor

Esta no es una lista exhaustiva ni “objetiva” de los implícitos que pueden detectarse en la pregunta mencionada. Sólo algunos de los que he podido advertir.
En algunos enfoques de teoría de la comunicación se sostienen que “la comunicación es el efecto”. Con esto se hace referencia a que para evaluar, reflexionar o mejorar nuestra comunicación necesitamos tomar nota de lo que ella produce y no sólo poner la mirada en nuestra intención o en el contenido literal de la pregunta. Por mejores que sean nuestras intenciones, si el otro no las percibe de la misma manera o no están en sintonía con las suya, pueden producirse cortocircuitos en la interacción; que serán más o menos intensos o conflictivos según el tipo de relación, la importancia asignada al tema, el estado emocional de las personas involucradas, su capacidad de escucha, etc.

Afortunadamente muchas veces los cortocircuitos llevan a cambios beneficiosos, cuando a partir de ellos se buscan o se crean circuitos mejores. Pero otras veces, los cables se queman y la circulación se bloquea.

Nuestros supuestos pueden facilitar o bloquear la interacción con otros, no sólo al momento de preguntar. Tomar consciencia de ello puede favorecer la comunicación con los demás y también la que mantenemos en nuestro interior, con nosotros mismos. Al menos, ese es uno de mis supuestos personales.

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