Culpa por los gatitos
Uno de mis queridos alumnos, me contó que en sus vacaciones estaba paseando con su pareja a orillas de un río, cuando de pronto vio pasar una tabla, sobre la que flotaban varios gatitos. Inmediatamente los rescataron y les dieron abrigo. Ese mismo día los ofrecieron y una persona se los llevó, pero no pudieron desprenderse de una de las gatitas. Era tan cariñosa y hermosa que decidieron volver con ella a su casa, en la que conviven con otros cuatro felinos.
Unas semanas después me envió este e-mail:
“Estoy partido... la gatita que adoptamos contagió a todos los gatos de un virus bronquial.
Más allá de que vino vacunada, desparasitada, y sumamente atendida, parece que portaba algo latente.
Todo empezó el sábado pasado.... de repente de tener todos los gatos sanos, empezamos a ver que varios estaban respirando por la boca.
Volamos a la veterinaria, empezamos tratamiento, pero Rumi, el mágico compañero de camino, empezó a estar cada vez peor.
El domingo lo internamos.
Íbamos todos los días a verlo, y hasta una veterinaria le hizo acupuntura....
Hoy lo íbamos a traer a casa para seguir acá el tratamiento y que esté en su habitat..... a la 9 me llamaron para decirme que Rumi había partido...
Lo que empezó siendo algo mágico, de amor, pasa a esta pesadilla....
Los demás gatos van zafando, los mayores se liberaron enseguida del virus, la gatita está bastante gastada y le cuesta más.
Estoy atascado en la culpa de la adopción de esta gatita, por todo el desenlace que trajo.... necesito trabajar profundamente este aspecto que eligió esta situación.....”
Mi respuesta fue:
“Qué triste lo que pasó. Desde mi perspectiva, vos no elegiste esta situación. Elegiste rescatarlos y adoptar la gatita, por el amor que despertó. Elegiste cuidarlos cuando se desencadenaron los síntomas y llevarlos al veterinario. Ahora, si hay algo que podés elegir es como ir transitando todo lo que escapa a tu control y al de cualquier humano.”
Muchas de las personas que buscan ser más conscientes de sí mismas y sus circunstancias, confunden, desde mi perspectiva, el “elegir” con “hacer que suceda”. Podemos elegir algunos de nuestros pensamientos y acciones, pero no elegimos los resultados. Elegir no implica “controlar”.
Si sentimos culpa por algo que sucedió (o que no sucedió) podemos preguntarnos si eso que esperábamos está realmente en nuestras manos.
QUÉ BUENO PODER DISCRIMINARLO ASI! Gracias por tu aporte... tantas veces que nos confundimos!
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