La salud y lo saludable

Hace unos años Miriam, una amiga,  enfermó de cáncer y para curarse siguió el tratamiento que su oncólogo indicó: cirugía, quimioterapia y rayos. Lo complementó con dieta saludable y meditaciones sanadoras.

Poco tiempo después de la operación, Miriam recibió un mail de Antonia, otra amiga, que decía:

Preguntarás por qué he mantenido una distancia este tiempo con vos..., y no ha sido precisamente porque quiero, sino porque TE QUIERO y porque me di cuenta de que, por ahora, estás transitando un camino de médicos y quimio que, como amiga tuya que soy, tengo que respetar aunque no lo comparta. No me canso de escuchar tantas experiencias de personas que se han curado de cáncer con distintas terapias, desde crudivorismo hasta simple terapia naturista: los caminos son infinitos. Mientras que la medicina alopática no promete nada, en la medicina natural encontrás resultados claros... Cierto que nadie tampoco se atreve a prometerlos, porque en definitiva la cuestión es interna... Está en la certeza de cada uno de querer sanar su vida, entendiendo esto como vivir de una manera saludable, tanto con relación al cuerpo como al espíritu...  
Este va a ser mi único mail al respecto de esto… 
Te mando un abrazo gigante..., y perdón si mi distancia te suena rara: yo no supe cómo manejar mejor el tener que callarme y respetar tus decisiones.

Miriam le respondió:

No comparto la idea culpógena en relación con la enfermedad; creo que eso enferma más y aumenta el estrés, pero es una manera de pensar.

Lo siento si necesitás mantener distancia porque no compartís lo que estoy haciendo; creí en realidad que no te comunicabas conmigo solo porque estabas muy ocupada.

Actualmente, son muy pocas las personas a las que estoy viendo y me apoyo mucho en ellas. Si vos sentiste que no podes acompañarme en esta que soy, hiciste bien en apartarte. Lo que necesito ahora es que quién este conmigo sienta que puede contenerme, y que yo sienta que puedo cobijarme en ella. Estoy en una ardua lucha contra lo que era mi autosuficiencia y aceptando mi vulnerabilidad.

No estoy en condiciones de lidiar con pensamientos tales de por qué una mujer que consideraba amiga se alejó de mí.

Quizás se trate de que tengamos visiones diferentes de lo que es la amistad. Quizás tener hijos más grandes que eligieron sus propios caminos me llevó a aprender a seguir al lado de los que quiero, aunque no elijan el camino que yo hubiese querido.

Simpatizo mucho con la respuesta de Miriam. Asegurar que la curación depende exclusivamente de una cuestión interna y de la propia voluntad de curarse no solo produce estrés y culpa, sino que es además incierto.

Quise compartir aquí este intercambio entre Miriam y Antonia porque observo muy a menudo este tipo de posturas entre personas que están en una búsqueda espiritual o que siguen algún camino de sanación.

Muchas veces, encontramos recursos o métodos que nos resultan útiles y nos entusiasman, y eso nos lleva a querer compartirlos con los demás. El problema surge cuando no solo deseamos compartirlos, sino que además buscamos imponerlos, en algún sentido más o menos directo, o descalificamos los métodos elegidos por la otra persona –muchas veces, incluso, sin tener los conocimientos suficientes– en un momento en que, además, el otro se siente vulnerable.

A partir de lo anterior, me gustaría aportar mi granito de arena con la esperanza de que recordemos varias cosas a la hora de intercambiar nuestras experiencias:

-  En primer lugar, existen muchos caminos de sanación, y todos ellos ayudan a curar algunas enfermedades y ayudan a algunas personas, pero ninguno de ellos resulta eficaz en todos los casos. No existe ningún sistema médico, psicológico, energético o espiritual conocido que resuelva todos nuestros padecimientos o problemas.

-  En segundo lugar, existen muchos sistemas médicos diferentes que se sustentan en diferentes teorías sobre la cura y la enfermedad. Dentro de la rama de la medicina, las más conocidas son la alopatía (con todas sus especialidades), los enfoques psicosomáticos, la homeopatía, la antroposofía, el naturismo y las medicinas no occidentales, de orígenes diversos (tales como el Ayurveda, la medicina tradicional China y el Chamanismo).
Si bien estos sistemas son muy diferentes entre sí, podemos mencionar algunos de los factores –aunque estos no sean compartidos  por todos y cada uno de los sistemas antes mencionados– que son estudiados como causas de la enfermedad. Estos factores son: genéticos, infecciosos, defectos constitucionales, deficiencias inmunitarias, sensibilidad a sustancias, intoxicación por sustancias, desequilibrios químicos y físicos, desbalance de los elementos, desbalances energéticos, emocionales o mentales, problemas vinculados con la nutrición, etcétera.
Entre los sistemas de medicina no occidental encontramos también otros factores: temas no resueltos de vidas pasadas, lecciones que venimos a aprender a través de la enfermedad, herencia de patrones ancestrales, influencias espirituales de diversa índole, desconexión con aspectos del alma, y muchos otros más.
De manera que, cuando aseguramos que alguien puede curarse a través de su propia voluntad o utilizando un método en particular, estamos asegurando también que conocemos a ciencia cierta cuáles son los mecanismos o las causas de su enfermedad.

- En tercer lugar, existen además muchos otros métodos y técnicas que pueden ser beneficiosas para la salud, tales como las técnicas de meditación, de relajación y de respiración; diversas formas de movilizar la energía; distintos tipos de masajes; métodos variados de terapias corporales; distintas técnicas de movimiento y actividad física, etcétera.
Nuevamente, cada uno de estos métodos y técnicas son apropiados para algunas personas y no tanto para otras. Hay personas, por ejemplo, que se sienten muy a gusto con los masajes y otras que no. De acuerdo con la personalidad y con el temperamento, puede ser más compatible la meditación sentada o la meditación en movimiento, y en otros casos técnicas más dinámicas, como el canto, la danza y otras expresiones artísticas.

-  En cuarto lugar –y esto es fundamental–, a través de la observación detenida de muchos casos, podemos afirmar que existe gente pesimista respecto de su posibilidad de curarse que, no obstante, se cura, y que existe  gente optimista respecto de sus posibilidades que no lo logra. Digo una observación detenida, porque solemos prestar más atención a aquellos casos que confirman nuestras ideas y teorías, y no nos damos tanta cuenta o descartarmos aquellos que no concuerdan con ellas.

-  Por último, dado que no hay ninguna certeza absoluta respecto de lo que nos ayudará, muchas veces necesitamos probar diferentes sistemas hasta encontrar el sistema o los sistemas que nos benefician. En este proceso, la intuición y la convicción personal juegan un rol muy importante a la hora de guiarnos y elegir lo que nos servirá.

Antes de finalizar quiero dar un ejemplo que me parece muy ilustrativo sobre los dogmas en relación con la enfermedad. Hasta hace algunas décadas, se consideraba que la úlcera péptica era, sin lugar a dudas, una enfermedad estrictamente psicosomática. Hoy en día, se sabe que estas úlceras pueden deberse a muchos factores. Uno de los más habituales es la proliferación de unas bacterias llamadas helicobacter pylori. De manera que este tipo de úlceras actualmente se curan con antibióticos. El hecho es que, una vez producida la cura, la mejoría suele mantenerse, aun cuando las condiciones psicosomáticas del paciente no varíen sustancialmente.

Para finalizar, quiero agradecer a Miriam y a Antonia que me permitieron tener presente que todos tenemos una partecita de Antonia en nuestro interior, porque en nuestro afán de ayudar, a veces nos volvemos algo arrogantes o dogmáticos.  
Desde mi perspectiva, para cada padecimiento hay diferentes enfoques posibles, no todo depende de una sola variable ni tampoco hay una solución universal.

Tal como recomendaba el médico griego Hipócrates, padre de la medicina Occidental, lo primero es no dañar.

Lic. Eugenia Lerner 

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