Aladino recargado
Hace un tiempo me encontré con Ana; hacía muchísimos años
que no la veía. Mientras conversaba con ella, recordé que de niña estaba
fascinada con el cuento “Aladino y la lámpara maravillosa". Después de
ponernos al día, le comenté acerca de su pasión por Aladino, entonces ella hizo
un breve silencio y me contó su historia.
“Durante toda mi juventud estuve buscando algo como el genio
de la lámpara para que hiciera realidad mis sueños. Lo busqué en la religión,
pero allí no lo encontré. Luego intenté con el budismo. En ambos me alentaban a
trascender mis deseos terrenales para poder acceder así al gran deseo. Lo intenté, pero no pude renunciar a mis propios deseos ni conformarme con el desapego.
Pensaba que todo estaba perdido, hasta que encontré un gurú
que decía que todos nuestros deseos se pueden realizar si confiamos lo
suficiente. De más está decirte que me aboqué intensamente a cultivar mi
confianza y mi optimismo: pedí una nueva casa, y sentirme feliz con mi trabajo
y mi familia. Yo realmente me sentía optimista y confiada. Pero aunque trabajé
y trabajé con la confianza, no hubo mucho cambio, y yo me sentí cada vez más
frustrada. Pensé que no estaría haciendo las cosas bien, ya que según el gurú la
intensidad del deseo es como la lámpara mágica que los materializa en la realidad.
Así que, con esa sensación de fracaso me aparté también del
gurú y de sus promesas.
Estaba por darme por vencida cuando encontré otro maestro.
Con este aprendí que los deseos son como un auto con el motor encendido y lleno
de combustible. Son necesarios, pero no suficientes. El auto no marcha solo,
necesita que un conductor haga las maniobras necesarias, esté atento y decida.
Lleva tiempo y trabajo llegar a destino. Necesitamos recargarnos de
combustible, volver a motivarnos cada vez que nuestra fuerza se debilita, y
reparar las averías que se producen al andar, sanar emociones, cambiar nuestras
creencias o perspectivas.
Me enseñó, además, que cuando sostenemos un deseo o una
intención nuestro espíritu nos ayuda
y nos guía. Nos sugiere acciones por seguir y caminos nuevos por explorar, que
no siempre son los de mayor comodidad. Me dijo también que algunos de estos
caminos parecen no conducirnos adonde queremos llegar, pero a través de ellos
adquirimos la experiencia necesaria para poder vivir y disfrutar en el nuevo
lugar.
Hoy veo lo que aprendí en cada etapa. La religión me acercó
a lo espiritual, el budismo a la
meditación y a la capacidad de renunciar y el gurú a la confianza. Con el
maestro encontré una lámpara que ayuda a construir los sueños. Todo consiste en
un proceso: desear, pedir inspiración, escuchar la guía, accionar, cambiar
preconceptos, probar alternativas, aprender, sanar y recargarse cada tanto de energía.
Comprendí que hay distintas lámparas en diferentes
caminos, y que primero ayúdate y luego Dios te ayudará.
Lic. Eugenia Lerner
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