¿Te despertaste y no podés moverte?


Algunas personas al despertar, a veces, no pueden mover su cuerpo inmediatamente y tienen que esperar unos minutos para poder hacerlo. Debido a que he recibido varias consultas por este tema, que suele producir miedo (o incluso pánico) he querido compartir aquí mis conocimientos y experiencia al respecto, con la esperanza de llevar tranquilidad a quienes les sucede.

¿A qué se debe este fenómeno? Se han formulado todo tipo de teorías al respecto. Algunas sostienen que se debe a causas externas, sobrenaturales, de características benéficas o adversas, según el caso.
Desde mi punto de vista, este fenómeno es más común de lo que suele creerse y no está, por lo general, vinculado a cuestiones sobrenaturales. En la gran mayoría de los casos se debe a un desfasaje que se producen en nuestra conciencia o en nuestra energía, que no tiene consecuencias ulteriores.

Si lo vemos desde la perspectiva de la conciencia, tiene una explicación muy simple: lo que ocurre es que nuestra mente se despierta pero el cuerpo sigue como si estuviera dormido. Es decir, cuando pasamos del estado de sueño al estado de vigilia nuestra capacidad de movernos a voluntad se activa de manera simultánea y automática, pero, en algunas ocasiones, se produce un desfasaje y esta  capacidad no se sincroniza instantánemente, sino que demora unos minutos más. Es en estos casos en los que nos despertamos sin poder movernos por un rato.

Desde el punto de vista de la energía lo podemos comprender a partir de la interacción entre los diferentes cuerpos. Esta concepción sostiene que además de un cuerpo físico, tenemos uno energético y otro espiritual. Cuando estamos despiertos los tres cuerpos están activos y sincronizados al modo de la vigilia. Cuando dormimos, el físico pasa a estado de reposo y con ello cambia su interacción con los otros cuerpos mencionados. Básicamente lo que sucede es que, en este estado, el  físico responde menos a los estímulos energéticos y espirituales, para poder seguir dormido. Lo habitual, al despertar es que los tres aspectos se sincronicen y activen simultáneamente, pero en algunos casos, la parte física tarda en conectar y es allí en donde se produce el desfasaje. Es como si aún no tuviera la energía suficiente para iniciar el movimiento.

Sea como sea, y más allá de la explicación que le demos, el proceso se vive de manera más penosa y desesperante cuando lo acompaña la creencia de que se debe a algo malo (o grave) y se fuerza al cuerpo a reaccionar. Se atraviesa, en cambio, con más calma, cuando lo vemos como un inconveniente natural y pasajero  y le damos tiempo a que se ajuste por sí solo.

Como ocurre con casi todas las cosas que nos pasan en la vida, no es sólo el episodio el que nos afecta, sino también cómo lo enfocamos. Si bien no podemos evitar que este tipo de cosas nos sucedan, tenemos la posibilidad de revisar lo que pensamos al respecto y de elegir las conductas adecuadas para sobrellevarlo.
Lic. Eugenia Lerner

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