A cuatro voces

Estaban todas: Consinganas, Tenesquehacer, Aynopuedo y Quieroevolucionar.
Consinganas comenzó su monólogo matutino: ¡¡uy!! ¡¡Levantarme!! Me quedaría todo el día en la cama si no fuera porque me aburro terriblemente.
Ni bien escuchó la voz de Consinganas, Tenesquehacer se puso en guardia y cuando Consinganas se tomó unos minutos para suspirar, arremetió con su discurso (que sonaba como un agudo cacareo): te tenés que levantar ya, ir a gimnasia, luego a trabajar y luego al curso, sin olvidarte de todo lo que no tenés que hacer, como cometer errores, dilatar las cosas, pensar negativamente y todas esas cuestiones de las que ya te hablé una y mil veces.
Aynopuedo se despabiló y con su vocecita lánguida intentó hacerse oir. Le dijo a Consinganas que la comprendía, que casi siempre se sentía como ella y que Tenesquehacer la abrumaba y paralizaba.
Consinganas se sintió reconfortada, pero al mismo tiempo algo contrariada. Ella no quería parecerse a Aynopuedo, que vivía siempre lamentándose y buscando aliados por todas partes para justificar su debilidad. Ella en el fondo se sabía mucho más vital y, aunque a veces se quejaba y sentía sin fuerzas, cuando estaba de humor no había quién la frenara, ni siquiera Tenesquehacer. Pero en ese momento su comprensión le venía bien así que le respondió: “no sé de qué se las da esta Tenesquehacer, se cree la dueña del circo”.
Como la situación parecía estancarse y Quieroevolucionar tenía sus propios propósitos en la mira, decidió intervenir con amabilidad pero al mismo tiempo con firmeza: “bueno, chicas, las escuché a todas y me gustaría invitarlas a participar de un experimento, ¿están dispuestas?”
- depende de si me gusta o no – contestó Consinganas
- mmm…. No sé … ¿para qué? ¿Implica mucho esfuerzo? – dijo Aynopuedo
- si es para hacer lo que tenemos que hacer, estoy dispuesta- respondió Tenesquehacer
Quieroevolucionar se quedó pensando unos minutos, al cabo de los cuales le contestó a Consinganas:
- no sé si ahora te va a gustar, pero te va a gustar lo conseguido
A Aynopuedo le dijo:
- en realidad no implica esfuerzo físico ni mental, pero al principio puede parecer algo esforzado. Más bien implica tomar una decisión y luego, a lo largo del día, llevar la atención a todo lo que puede ayudar a sostener esa decisión. Yo te voy a guiar en el proceso.
Y a Tenesquehacer le dijo: agradezco tu colaboración y te pido que aprendas a hacer las cosas de otra manera, para que podamos utilizar nuestras fuerzas al máximo. Tenesquehacer se sorprendió al escuchar este comentario, porque no se le hubiera ocurrido que tenía que aprender algo al respecto.
Después de un breve intercambio con más preguntas, respuestas y aclaraciones, todas estaban medianamente dispuestas a hacer el experimento, de manera que Quieroevolucionar asumió el liderazgo y prosiguió:
“Ahora que estamos más o menos de acuerdo, les propongo lo siguiente: hagamos de cuenta por un momento que hemos decidido levantarnos de la cama, pero esta vez lo haremos de otra manera. Vamos a tomar unas cuantas respiraciones profundas, reconocer cualquier incomodidad o protesta y no la combatiremos; en lugar de eso vamos a relajar el cuerpo y seguir respirando. Muy bien… (Hizo una pausa y prosiguió). Ahora imaginemos que nos levantamos de la cama y tomamos ese rico café que nos gusta tanto, mientras continuamos relajando”…
Cinco minutos más tarde todas estaban en la cocina, preparando el desayuno. Después del delicioso café comenzaron a escucharse nuevamente las voces de protesta, reprimenda y desgano, porque a continuación habría que ir al gimnasio.
- “¡Chicas, chicas! – dijo Quieroevolucionar, y cuando consiguió que le prestaran atención, continuó – Recuerden que estamos haciendo un experimento. Ahora vuelvan a respirar, relajar y reconocer cualquier incomodidad sin resistirla y lleven la atención al efecto placentero que les produce la gimnasia y no a la incomodidad de hacerla”.
Sin mucho entusiasmo lograron salir de la casa y llegar al gimnasio. Durante los primeros minutos todavía se escuchaban los lamentos de Consinganas y Aynopuedo, y Tenesquehacer cacareaba ahora con voz más grave, llena de orgullo, porque se sentía triunfante. Al rato, el ritmo del ejercicio físico las acalló a todas.
Cuando salieron todas estaban de mejor ánimo y Tenesquehacer, más relajada, ya no se sentía triunfante sino satisfecha y agradecida.
Todavía quedaban el trabajo y el curso para completar el día. Nuevamente Consinganas protestó, y como Tenesquehacer estaba todavía bastante tranquila (por efecto de la gimnasia) no articuló ni una palabra al respecto.
Entonces Quieroevolucionar, después de reconocer que el trabajo que tenían en ese momento era poco convocante, propuso un cambio de actitud. ¿Qué tal si elegían aprender algo que les pareciera útil o interesante, en relación con alguna de las situaciones laborales?
Todas reaccionaron con desagrado e incredulidad a esta sugerencia. ¿Qué podría resultar interesante de esa situación?
Pero unas horas más tarde se presentó un conflicto con un compañero de trabajo y Quieroevolucionar aprovechó la ocasión para retomar el tema: “¿por ejemplo, respecto de este conflicto, habría algo que quisieran o necesitaran aprender? “
“Hum… quizás si” –pensaron- y pasaron el resto del día reflexionando sobre el tema, hasta que cada una eligió algo que particularmente necesitaba aprender para mejorar sus habilidades de relación.

Finalmente llegó la hora del curso y Quieroevolucionar estaba entusiasmada porque ese curso realmente le gustaba. Sabía además, que le vendría bien para los cambios que quería hacer en su vida. Pero Aynopuedo estaba agotada y quería volver a casa. Con la ayuda de  Consinganas, a la que también le gustaba el curso, lograron que Aynopuedo se mantuviera en la tesitura del experimento y en lugar de luchar para no ir, se imaginara que ya estaba allí, descansando cómodamente en una silla.
Cuando el curso terminó todas estaban bastante cansadas pero contentas.

A la mañana siguiente todo comenzó igual, como si nada: “¡¡uy no me quiero levantar!!”, “tenés que…” y todo lo demás. “¿Qué pasó? – pensó Quieroevolucionar, decepcionada - ¿Se olvidaron de todo?”.

A Quieroevolucionar le llevó un tiempo aceptar que tendría que seguir timoneando el barco constantemente,  porque ese era su papel, que cada parte tenía el suyo y que sus diferencias tenían un sentido (aunque no siempre lo comprendiera) como por ejemplo, el de enriquecer y dinamizar la experiencia.
Con el tiempo descubrió también que, con más pericia de su parte y mucha práctica, todas podían colaborar y seguir sus instrucciones, cuando habían decidido encaminarse hacia una meta.
Eugenia Lerner 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Kuleana: un hermoso concepto hawaiano

Más que la suma de nuestras partes - Entrevista a Richard Schwartz

Vuelvo sobre tus huellas, Tom