Ejercicios varios

Hace unos días, después de un largo período de practicar yoga en casa, comencé a ir al gimnasio El primer ejercicio de mi nueva rutina consiste en una caminata de quince minutos en la cinta. Hoy llegué, regulé la velocidad del aparato en cuestión y empecé a caminar. Tal como había hecho los días previos, apoyé las manos sobre la barra delantera para sostenerme. Minutos después sentí una difusa incomodidad. Sin pensarlo, giré la vista hacia la izquierda. Vi que la caminante de al lado balanceaba rítmicamente sus brazos al andar (no los tenía sobre el soporte como yo). Ese balanceo me pareció más natural y decidí imitarla, aunque no me salió igual. Al mover los brazos mi cuerpo comenzó a balancearse también y perdí estabilidad. Me sentí insegura. “A mi edad, no vale la pena correr estos riesgos”, pensé. De manera que volví a tomarme del sostén delantero.

Mientras seguía caminando surgieron varias preguntas: ¿será beneficioso caminar sin mover los brazos? ¿Al sostenerme tensiono los hombros sin darme cuenta? ¿Sería mejor aprender a estabilizarme sin el sostén? ¿Darle cabida a la inseguridad que sentía habla de precaución, de cobardía o de falta de experiencia? Muchas preguntas, no tenía respuestas. Seguí caminando. Respiré profundo, me enfoqué en los pasos y mi mente se silenció. Segundos después surgió una alternativa inesperada: “Sostenerme solo con un brazo y liberar al otro, alternadamente”. ¡Balancear y sostener al mismo tiempo! Probé hacerlo así y la incomodidad inicial se disipó. Mi energía fluyó mejor, sentí los hombros más relajados y tenía la sensación de no estar tan precavida.

Tener en cuenta lo que me sucede, observar, preguntar, acallar la mente y estar atenta a la información y a las alternativas que aparecen, es otra de las gimnasias que realizo. Practicar estas acciones y procesos en el día a día me mantienen en forma y me ayudan a afrontar, resolver y sobrellevar las pequeñas y las grandes cuestiones de la vida.

No dejo de sorprenderme de las respuestas y de la ayuda que recibimos de algún lado (de la Inteligencia Universal, de la Fuente de Sabiduría o como queramos llamarlo), cuando nos abocamos de esta y de otras maneras a lo que la vida nos presenta por delante.

Eugenia Lerner

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